La inteligencia Emocional: ¿Para qué Sirve y Sus Contenidos de Estudio?
La
inteligencia emocional es una cualidad que nos capacita para relacionarnos con
nosotros mismos y con los demás. Cubre todo el abanico de posibilidades
relacionales que necesitamos para sobrevivir en un entorno incierto. En
consecuencia, a mayor inteligencia emocional mejores relaciones con los demás,
sean los demás significativos para nosotros o simples conocidos.
Otra definición de inteligencia emocional aquella en la que agrupa al conjunto de habilidades psicológicas que permiten apreciar y expresar de manera equilibrada nuestras propias emociones, entender las de los demás, y utilizar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento.
El primer uso del término inteligencia emocional generalmente es atribuido a Wayne Payne, citado en su tesis doctoral Un estudio de las emociones: el desarrollo de la inteligencia emocional (1985). Sin embargo, esta expresión ya había aparecido antes en textos de Beldoch (1964), y Leuner (1966). Stanley Greenspan también propuso un modelo de inteligencia emocional en 1989, al igual que Peter Salovey y John D. Mayer.
En la
inteligencia emocional participan tres componentes generales:
- la experiencia subjetiva,
- la reacción psicológica
- y la comunicación hacia el exterior.
Además, se especifican varios factores que forman parte de la capacidad
individual para resolver los conflictos personales y relacionales de manera que
las interacciones con los demás sean plenas, sanas y satisfactorias.
— Percibir
e interpretar adecuadamente las emociones propias y las de los demás.
La única manera de poder
gestionar adecuadamente las emociones consiste en saber identificar lo que
estamos sintiendo para poder actuar en base a nuestras decisiones y no
simplemente, reaccionar. Por otro lado, las emociones de los demás son una
fuente de información imprescindible para conocer lo que esperan o necesitan de
nosotros.
— Utilizar
el pensamiento para generar emociones y estados de ánimo favorables.
Es un círculo de influencia
mutua: pensamos interpretando lo que sentimos y sentimos en base a los
pensamientos que tenemos. Tenemos la capacidad para modificar nuestros
pensamientos de manera que podemos evitar el malestar que generan nuestras
emociones negativas.
— Reaccionar
adecuadamente a los estímulos.
Dos personas, ante el mismo
estímulo, reaccionan de forma diferente, en función de como interpreten el
significado de ese estímulo. Por ejemplo, cuando alguien nos hace un comentario
ofensivo, nosotros podemos decidir cómo vamos a reaccionar, si con calma o con
ira, respondiendo o no a su provocación, en base al grado de inteligencia
emocional que seamos capaces de poner en práctica.
Lo único que recordaremos después serán los
sentimientos de odio, traición o mala intención de la persona con la que nos
comunicamos en una situación con escaso uso de la inteligencia emocional. O
bien recordaremos la culpa, la vergüenza o el arrepentimiento por aquello que
dijimos dejándonos llevar por nuestras reacciones desproporcionadas.
— Respetar la propia identidad.
La persona emocionalmente
inteligente interactúa con los demás sin dejar de ser ella misma; es capaz de
emitir sus opiniones y sentimientos sin herir los del prójimo. Es considerado
con las creencias y el estado de ánimo de los demás y sabe relacionarse sin ser
ni sumiso ni autoritario.
Así, las
cinco habilidades que podemos mejorar para incrementar nuestra inteligencia
emocional son:
- el autocontrol,
- el reconocimiento de las emociones ajenas,
- la capacidad de tolerar las propias emociones,
- la autoestima
- y la asertividad.
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